Freeletics es más que un deporte. Freeletics es una comunidad, un estilo de vida. Los atletas libres se vuelven más fuertes físicamente, pero también mentalmente. Esta fuerza mental te permitirá superar los momentos más complicados de tu vida. Te ayudará a recuperarte cuando las circunstancias te superen. Katrin lo descubrió. En su peor momento, Freeletics le dio esperanza y un objetivo. Esta es su historia.
Cuando era adolescente, me gustaba el deporte. Al menos hasta que me mudé a Innsbruck (Austria) para ir a la universidad. En aquella época tenía 21 años, las fiestas, el alcohol y la comida rápida se apoderaron de mí. Trabajaba en un bar para pagarme los estudios, y no me quedaba tiempo para hacer deporte o comer bien. O eso es lo que me decía a mí misma…
Hace tres años a mi madre le diagnosticaron un cáncer. Fue un golpe muy duro para mis hermanas y para mí. Por suerte, se recuperó al año siguiente. Sin embargo, el estrés afectó a mi cuerpo. Ese verano tuve miocarditis, una inflamación del corazón. Estuve a punto de morir. Tardé varios meses en recuperarme del todo. Todo esto sucedió en 2012.
Al final empecé a ir al gimnasio otra vez, a comer sano y a sentirme mejor. Un día sufrí un accidente mientras esquiaba, y me rompí el ligamento cruzado. Los médicos dijeron que tenía que operarme, que no podría practicar deporte ni trabajar hasta que me curara. Mi mundo se vino abajo. Con 27 años tuve que volver a casa de mis padres. Intenté no deprimirme. Quería disfrutar de la vida a pesar de mi lesión, y engordé 8 kilos.
Cuando volví a estar en forma para practicar deporte, ocurrió algo que hizo que lo demás pareciera insignificante. Mi hermana pequeña fue asesinada. La quería tanto… Era la persona más importante para mí en aquella época. Desde aquel momento, todo me empezó a dar igual. Mi cuerpo, mi alma, la vida… nada importaba.
Durante varios meses comí fatal, bebí alcohol en enormes cantidades y pasaba el día tumbada en la cama. Mi cuerpo sufrió. Se me empezó a caer el pelo y desarrollé una intolerancia al gluten. Un día me di cuenta de que tenía que tomar una decisión: o acababa mi vida así, o elegía volver a vivir. Y así comenzó mi aventura con Freeletics.
Mi compañera de piso, que es de Múnich, me habló de Freeletics en la primavera de 2014. Pensé: “Es justo lo que necesito. Workouts intensos en los que reducir mis frustraciones y liberar mi ira.” Tenía tres objetivos. El primero recuperar la forma tras mis lesiones. El segundo era imaginarme el entrenamiento como una tarea en la que centrarme para salir de mi depresión. El tercero es que Freeletics presentaba todo un desafío que quería ser capaz de superar sin rendirme.
Al principio entrené sola porque mi compañera de piso estaba de vacaciones. Mi primer Aphrodite lo terminé llorando. Estaba agotadísima, pero la sensación de felicidad al acabar fue increíble. Compré el Coach justo después. En la tercera semana empecé a notar cambios positivos en el cuerpo y mi rendimiento iba mejorando. Quería potenciar aún más los resultados, así que comencé a adaptar mi dieta y a comer mejor.
Los cambios que esperaba no solo se limitaron a Freeletics y al deporte. De repente era capaz de concentrarme más en mis tareas diarias. Estaba más relajada y menos estresada. Me sentía equilibrada y feliz. La gente de mi alrededor se dio cuenta de esta metamorfosis. Algunos me preguntaron por qué había cambiado, y les hablé de Freeletics. Casi todos quisieron probarlo.
En abril conocí a una chica llamada Tina. Me dijo que llevaba un año entrenándose con Freeletics. Juntas comenzamos a liderar grupos y a animar a la comunidad de Innsbruck. Entrenar en grupo es divertidísimo. Cuanto más grande es el grupo, más gente se anima. En cierto modo, cada uno desempeña un papel. Nos apasiona ayudarnos entre nosotros, deportiva o mentalmente. Más de 350 personas se han unido ya a Freeletics en Innsbruck y el número aumenta cada día. Encuéntranos en Facebook.
Desde que me uní a Freeletics he estado en Desenzani, Berlín, Salzburgo o Viena. El entrenamiento me acompaña allá donde voy. Me encanta la sensación de libertad que me aporta. Pero lo que más me gusta es la comunidad de Freeletics. En ella reinan el sentimiento de solidaridad, de pertenencia y la motivación.
Hace algunos meses no me habría ni imaginado que podría sentirme tan feliz y llena de vida otra vez. Físicamente he perdido 8 kilos, he reforzado mis músculos y he logrado estar más en forma que nunca. Puedo volver a esprintar, y por primera vez en mi vida puedo hacer un pullup. Freeletics me permite luchar por un objetivo. Lo sigo con pasión, me satisface de la cabeza a los pies.
A pesar de los duros golpes del destino, soy feliz y puedo reír de nuevo. Soy otra persona. Soy una atleta libre. Tengo nuevas metas y sigo mi camino con alegría, diversión, motivación, espíritu de equipo, confianza y fe en mis capacidades. Nunca me rendiré.
Si lees esto y estás pensando en unirte a Freeletics, solo te diré: ¡Adelante! Va a ser la mejor experiencia de tu vida. No te rindas, por muy duro que sea. No pienses en el dolor durante el workout. Hazlo y punto. Sigue animándote hasta el final. Y piensa siempre en la satisfacción que se siente al terminar un entrenamiento. Si hay un grupo de entrenamiento en tu zona, únete. Se convertirá en tu segunda familia. Si no, reúne a tus amigos y empieza uno. Lo importante no es dónde o cómo te ejercitas, sino seguir haciéndolo. ¡Freeletics cambiará tu vida!
Cada persona tiene sus propios motivos para unirse a Freeletics. Unos quieren ponerse en forma. Otros competir. Los demás buscan pertenecer a una comunidad. Katrin recurrió a Freeletics para recomponer su vida. El entrenamiento le permitió centrarse y ganar disciplina, con lo que logró una mente y un cuerpo más fuertes y formar parte de una verdadera comunidad. El motivo que te lleve a empezar es lo de menos, lo importante es que conseguirás los mismos beneficios. Si todavía no hay grupos de entrenamiento en tu ciudad, ¡empieza uno!