La recuperación es un pilar fundamental de la salud y es un aspecto esencial de cualquier rutina de fitness.
Durante la recuperación, el cuerpo se repara a sí mismo, se adapta y se vuelve más fuerte. Sin una recuperación adecuada, se pueden perder todos los beneficios de los entrenamientos intensos y, con el tiempo, los atletas pueden sufrir agotamiento, lesiones o estancamiento.
¿Cómo se adapta el cuerpo al ejercicio a lo largo del tiempo?
Con el paso del tiempo, hacer ejercicio de forma habitual provoca varias respuestas adaptativas en el cuerpo. Estas adaptaciones potencian tu fuerza, velocidad y eficacia, pero tardan un tiempo en manifestarse.1 Estos son algunos de los cambios fisiológicos más importantes:
- Hipertrofia muscular: cuando las fibras musculares se reparan después de dañarse, se adaptan volviéndose más grandes y fuertes. La recuperación facilita este proceso, sobre todo con un buen descanso y una buena alimentación donde no falten las proteínas.
- Adaptaciones neurológicas: el sistema nervioso se vuelve más eficaz coordinando los movimientos, lo que se traduce en una mejora de la fuerza y el rendimiento. Estos cambios también ocurren durante la recuperación, ya que el cuerpo consolida los patrones neuronales aprendidos durante el ejercicio.
- Densidad mitocondrial: realizar ejercicios de resistencia con frecuencia aumenta el número y la eficacia de las mitocondrias (el «motor» de las células), lo que mejora la producción de energía. Estas adaptaciones tienen lugar durante el periodo de recuperación después del ejercicio.
- Reabastecimiento de glucógeno: la recuperación permite a los músculos reponer (y, después de una sesión de entrenamiento eficaz, incluso aumentar) las reservas de glucógeno, que son cruciales para un rendimiento sostenible. Sin una recuperación adecuada, el cuerpo no tiene el tiempo o los recursos para completar estos procesos de adaptación, y por eso descansar es igual de importante que el propio ejercicio.
¿Qué ocurre durante el ejercicio intenso?
Cuando realizas ejercicio intenso, como levantar pesas, correr o cualquier actividad física extenuante, tu cuerpo experimenta una serie de cambios fisiológicos en cuatro sistemas principales:
- Sistema muscular: los músculos son el foco primordial durante el ejercicio. Los entrenamientos intensos causan microtraumatismos en las fibras musculares, y este daño es uno de los factores esenciales para el crecimiento muscular, siempre que haya suficiente tiempo de recuperación.
- Sistema esquelético: las articulaciones y los huesos están sometidos a tensión, sobre todo durante actividades en las que soportan una carga, como el running o el entrenamiento de resistencia. Sin una buena recuperación, el uso excesivo de algunas partes del cuerpo puede provocar desgastes articulares y lesiones.
- Sistema nervioso central (SNC): el ejercicio de alta intensidad también supone una carga importante para el SNC. El cerebro y la médula espinal coordinan la contracción de los músculos, y entrenar en exceso sin descanso puede provocar cansancio en el SNC, lo que te impide rendir bien y aumenta el riesgo de lesiones.
- Sistemas de energía: durante el ejercicio intenso, tu cuerpo usa energía de varios sistemas (ATP-CP, glucolítico y oxidativo). La recuperación es esencial para volver a llenar las reservas de energía, sobre todo el glucógeno, que se usa como fuente de combustible principal durante el ejercicio.
¿Por qué no podemos entrenar a alta intensidad todos los días?
Aunque puede ser tentador intentar forzarse al máximo todos los días con la esperanza de acelerar el progreso, el cuerpo no puede mantener este nivel de intensidad a largo plazo.
Los entrenamientos intensos suponen una carga para varios sistemas (muscular, esquelético y nervioso), y sin una recuperación adecuada, se produce un fenómeno conocido como síndrome de sobreentrenamiento.
El síndrome de sobreentrenamiento ocurre cuando la intensidad y el volumen del entrenamiento superan la capacidad del cuerpo para recuperarse. Algunos síntomas son el cansancio persistente, un mal rendimiento, irritabilidad, insomnio y un mayor riesgo de lesionarse. El sobreentrenamiento también puede inhibir el sistema inmunitario, lo que te hace más susceptible a las enfermedades.1
Para evitar el sobreentrenamiento, es importante incorporar la periodización en tu plan de entrenamiento. La periodización consiste en variar de forma estratégica la intensidad, la duración y el tipo de ejercicio a lo largo del tiempo. Esto permite al cuerpo recuperarse y adaptarse antes de aumentar la tensión de nuevo.
Recuperación activa y pasiva
La recuperación activa implica hacer ejercicio de baja intensidad después de un workout exigente. El objetivo de la recuperación activa es aumentar el flujo sanguíneo en los músculos, lo que ayuda a eliminar desechos metabólicos y aportar nutrientes para reparar el tejido muscular dañado.
Ejemplos:
- Ciclismo de baja intensidad después de un día de piernas para reducir la rigidez muscular
- Yoga después de una sesión de cardio intensa para mejorar la flexibilidad y aliviar las molestias
- Caminar después de una carrera larga para evitar la rigidez
Por otro lado, la recuperación pasiva supone un descanso completo. Esto permite al cuerpo repararse a sí mismo sin tener que someterse a más trabajo. La recuperación pasiva es especialmente importante para ejercicios de alta intensidad o el levantamiento de pesos pesados.
Ejemplos:
- Dormir es la mejor forma de recuperación pasiva. Mientras duermes, el cuerpo lleva a cabo la mayoría de sus procesos de reparación.
- Los días de descanso en un programa de entrenamiento consisten en no realizar ninguna actividad física intensa.
Ambos tipos de recuperación son importantes, pero la elección adecuada depende de la intensidad y naturaleza del workout. Una combinación de ambos enfoques, integrados en un plan de entrenamiento equilibrado, potenciará tu recuperación y rendimiento.
Consejos para acelerar la recuperación a corto plazo
Aunque no hay nada como descansar y dormir bien de forma constante, hay varias técnicas que pueden acelerar la recuperación a corto plazo:
- Baños helados: la inmersión en agua fría puede reducir las molestias musculares y la inflamación al contraer los vasos sanguíneos y eliminar desechos metabólicos. Después, los vasos sanguíneos se dilatan, lo que favorece la llegada de nutrientes y oxígeno a los músculos. Es importante señalar que la exposición al frío puede afectar más a algunas personas que a otras. Y también existe la posibilidad de que interfiera con las adaptaciones del entrenamiento de fuerza.
- Sauna: exponerse al calor de las saunas mejora la circulación y ayuda a los músculos a relajarse. El calor también puede activar las glándulas sudoríparas de la piel para ayudar a eliminar toxinas del cuerpo.
- Estiramientos: aunque no hay consenso científico sobre los efectos de los estiramientos en la recuperación, pueden promover la flexibilidad y reducir la rigidez muscular, siempre que se hagan de forma suave evitando los movimientos agresivos.
- Hidratación: la deshidratación puede entorpecer la recuperación al disminuir la llegada de nutrientes a las células y ralentizar la eliminación de desechos metabólicos. Bebe agua y electrolitos para mantener un equilibrio adecuado de líquido en el cuerpo.
- Nutrición: consumir proteínas después de una sesión de entrenamiento favorece la reparación muscular. Los hidratos de carbono ayudan a reponer las reservas de glucógeno. Incluir en tu dieta alimentos antiinflamatorios (como ácidos grasos omega-3) también contribuye a la recuperación.
Adquirir hábitos de recuperación a largo plazo
Para optimizar el rendimiento a largo plazo, enfócate en adquirir hábitos de recuperación sostenibles:
- Sueño: dormir es la piedra angular de la recuperación. Intenta dormir entre 7 y 9 horas cada noche. Durante el sueño profundo, el cuerpo produce la hormona del crecimiento, que desempeña un papel crucial en la reparación de tejidos y el crecimiento muscular.
- Planes de entrenamiento equilibrados: un plan de entrenamiento bien estructurado que incluya días de descanso, distintos niveles de intensidad y sesiones de recuperación activa evitará el agotamiento y las lesiones, lo que te permitirá progresar en el tiempo.
- Nutrición: una dieta equilibrada rica en proteínas, grasas saludables e hidratos de carbono complejos favorece la reparación muscular y la recuperación general. Elige alimentos naturales y nutritivos para aportar a tu cuerpo las vitaminas y minerales que necesita para funcionar de forma óptima.
- Seguimiento de la recuperación: haz un seguimiento de los indicadores de recuperación, como la variabilidad de la frecuencia cardíaca, las molestias musculares y el estado de ánimo. Esto te ayudará a identificar si estás entrenando demasiado o qué métodos de recuperación te funcionan mejor.
- Gestión del estrés: el estrés crónico no relacionado con el ejercicio (provocado por el trabajo o las experiencias vitales) puede entorpecer la recuperación. Las técnicas de meditación, atención plena y relajación te pueden ayudar a recuperarte y sentirte bien en general.
Señales de una mala recuperación
Si no te recuperas adecuadamente, con el tiempo puedes menoscabar tu rendimiento o lesionarte. Estas son algunas de las señales de una mala recuperación:
- Molestias persistentes que duran más de 72 horas
- Disminución del rendimiento a pesar de entrenar de forma constante
- Perturbaciones del sueño o sueño de mala calidad
- Aumento de la irritabilidad o cambios de humor
- Enfermedades frecuentes debido a un sistema inmunitario débil
Si tienes estos síntomas, es una señal de que tu cuerpo necesita más tiempo para recuperarse. Escucha a tu cuerpo, tómate tu tiempo y piensa siempre a largo plazo.
Mitos sobre la recuperación
- Estirar antes de entrenar evita las lesiones: aunque los estiramientos tienen sus beneficios, se ha demostrado que los estiramientos estáticos antes de un workout reducen la fuerza y la potencia de forma temporal. En su lugar, los calentamientos dinámicos (Jumping Jacks, Plank Knee to Chest) son más eficaces para preparar al cuerpo para el ejercicio.
- Sin dolor, no hay beneficio: aunque las molestias musculares son algo normal, el dolor no debería formar parte de tu entrenamiento. Hacer ejercicio con dolor puede provocar lesiones. Escuchar a tu cuerpo es clave para tener éxito a largo plazo.
Recapitulemos
La recuperación es una parte integral de cualquier rutina de entrenamiento. Permite al cuerpo repararse, adaptarse y mejorar. Y aunque hay varios aspectos que favorecen la recuperación (como las técnicas de recuperación activa y pasiva, la nutrición y el sueño), la clave está en el equilibrio.
Una recuperación adecuada no solo mejorará tu rendimiento deportivo, sino que también evitará las lesiones y el agotamiento. Presta atención a las señales de tu cuerpo y recuerda que descansar es igual de importante que el propio ejercicio para tener éxito a largo plazo.
Fuentes
[1] Iqbal, Z., & Khedr, E. M. (2020). Physiological and biochemical mechanisms of muscle recovery after exercise: Implications for exercise performance. Journal of Sports Sciences & Medicine, 19(3), 552-561.