¿Cómo podemos rendirnos con tanta facilidad? ¿Cómo puede hacerse más difícil empezar o continuar con una actividad cuanto más tiempo hemos dejado de actuar sin intención de hacerlo? Para abordar ese punto, es importante que te familiarices con unos pocos aspectos fundamentales de la motivación que te explicaremos a continuación:
La historia desde dentro
La motivación: un subidón hormonal
Todos los sentimientos que experimentamos son el resultado de la interacción de distintas hormonas. La motivación no se produce de forma diferente. La dopamina y la adrenalina nos proporcionan motivación, nos hacen sentir alerta y centrados y aumentan nuestras ganas de vivir. Al mismo tiempo, el nivel de hormonas con efectos negativos (como el cortisol) desciende.
Motivación intrínseca y extrínseca
Para empezar, podemos distinguir entre motivación intrínseca y extrínseca, aparte de algunas zonas grises y fases intermedias. La motivación intrínseca se describe como nuestras ganas de hacer algo, ya sea por diversión, por interés o porque comporta un desafío. Por otra parte, la motivación extrínseca la inspira el deseo de conseguir un objetivo para ganar una recompensa, obtener una ventaja y sortear los obstáculos, o como resultado de un sentido de la obligación que aparece como respuesta del placer externo.
Los límites no son claros
Como estos tipos de motivación son versiones idealizadas, no se suelen encontrar en su forma más pura, sobre todo si consideras que normalmente es difícil separar el motivo subyacente del comportamiento. Los límites no son claros: el desafío es trabajar donde yace el equilibrio. Es obvio que la motivación intrínseca es la más poderosa de las dos. Sin embargo, la extrínseca es una herramienta muy potente que puedes utilizar cuando tu necesidad interior de hacer algo no sea tan fuerte. Diversos estudios demuestran que las personas que sienten la motivación tanto intrínseca como extrínsecamente, experimentan unos niveles superiores de éxito y satisfacción.
¿Por qué perdemos de vista nuestros objetivos?
Recompensas primarias vs. secundarias
Uno de los problemas reside en que la recompensa de hacer deporte o de llevar una alimentación mejor no se hace obvia de inmediato, sino que va siendo aparente con el tiempo. Por el contrario, echarse en el sofá y relajarse o comerse una hamburguesa grasienta ofrece una satisfacción inmediata. En comparación con aquello que nos promete una satisfacción a corto plazo, percibimos que las recompensas de los objetivos a largo plazo son secundarias aunque somos plenamente conscientes de que son más valiosas para nosotros.
Limitaciones por sentimientos negativos
Precisamente porque somos conscientes del daño que nos causa un mal comportamiento, nos sentimos culpables y aún más presionados. Las emociones negativas de cualquier tipo incrementan los niveles de estrés y, por lo tanto, reducen todavía más la motivación, lo cual lleva a un bloqueo mental. Cuanto más a menudo nos sintamos así, mayor influencia tendrán esas sensaciones y eso llevará al círculo vicioso que conocemos bien. Por esta razón pensamos que es mejor dejar las cosas de lado hasta que estemos más motivados. No obstante, solemos sobrevalorar la cantidad de motivación que, se supone, aumentará en el futuro. Pero de hecho, ocurre todo lo contrario: cuantos más días pasan, más disminuye la motivación.
La pregunta clave es siempre la misma: ¿Qué puedo hacer? ¿Cómo me ciño a las buenas intenciones? En nuestro artículo sobre estrategias motivadoras recibirás muchísimos consejos útiles que te ayudarán a seguir por el camino correcto durante mucho tiempo.