Todos hemos vivido estos momentos agonizantes de deseo. Pero, ¿por qué? ¿Qué son y por qué es tan difícil resistirse? Estás a punto de descubrirlo.
¿Tener ansias de comer y tener hambre es lo mismo?
El mayor error es que mucha gente no es capaz de explicar la diferencia entre hambre y ansias de comer. Desde nuestro punto de vista, existe una gran diferencia:
El hambre tiene un propósito muy sencillo, pero muy importante: adquirir nutrientes que tu cuerpo necesita para proporcionarle energía y mantener el motor en funcionamiento. La sensación de hambre se desencadena y se regula por mecanismos realmente complejos, donde, por ejemplo, las hormonas y los nervios están involucrados. En principio, puedes pensar que tu cerebro actúa como un centro de control, que procesa diferentes tipos de señales desde la periferia. Las hormonas como la insulina, por ejemplo, involucradas en la regulación de la ingesta de comida. También, los receptores en el intestino pueden comunicar al cerebro, que el intestino está vacío y que sería una buena idea comer algo pronto.
Por otro lado, las ansias de comer, son simplemente un deseo de comer algún tipo de comida determinada, que en la mayoría de las veces se trata de comida poco saludable, cargada de calorías y baja en nutrientes esenciales. ¿No sería genial tener ansias de brócoli en vez de muffins de chocolate? Ahora ya conocemos la diferencia, pero la pregunta es, ¿por qué tenemos ansias de comer?
¿Cómo se generan las ansias de comer?
Las ansias de comer se producen normalmente por las emociones que nos rodean todos los días, como la tristeza, el aburrimiento y el estrés. Curiosamente, cuando uno se siente bajo emocionalmente, tiende a tomar snacks altos en carbohidratos, ya que estos son capaces de aumentar el nivel de la serotonina, la hormona de la felicidad. Se dice que las mujeres tienen más ansias de comer que los hombres debido a las fluctuaciones hormonales durante el ciclo menstrual, sin embargo, esto es solo una teoría.
Nuestro entorno más cercano puede también desencadenar directamente unas ansias de comer específicas. Por ejemplo, tan solo ver u oler croissants recién horneados pueden convencer al cerebro de que no hay otra opción que comerlos en ese momento.
Otro punto importante que puede desencadenar ansias de comer es tu rutina. Si nada más llegar a casa, lo primero que haces es abrir la nevera y comer chocolate todos los días, esto se convierte en un procedimiento estándar. Si se da la situación de que no obtienes la tableta de chocolate de inmediato, tu mente lo convierte en un deseo persistente.
También hay que culpar el dormir mal en algunas ocasiones. La responsable de esta circunstancia es la hormona Leptina, que normalmente regula la sensación de saciedad. Se produce durante el día, pero en mayor proporción cuando dormimos. Si no duermes lo suficiente o si la calidad del sueño es mala, la liberación de Leptina se reduce, la cual disminuye automáticamente la sensación de saciedad, dando lugar a mayores ansias de comer.
Más macros, menos ansias de comer
Existe también la teoría de que la calidad de las comidas, o más específicamente la proporción de los macronutrientes, puede influir en tu ingesta de comida. Esto significa, que puedes estar tentado a los alimentos específicos, porque tu dieta no es equilibrada. Por esta razón, intenta seguir una dieta saludable y equilibrada. Sin embargo, hay que investigar más sobre este tema.
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