Todos hemos tenido ese compañero de clase en el instituto que hacía que cualquier deporte pareciera fácil. En aquel entonces era solo un caso de, “algunos lo tienen, otros no”. Ahora, nos preguntamos, ¿existe realmente tal cosa como un gen deportivo? ¿Tienen que ver los factores genéticos en el rendimiento deportivo? Sigue leyendo para descubrir cuánto heredamos de nuestra capacidad atlética y por qué incluso sin esos genes, no entrenas en vano.
Las variaciones del ADN determinan las respuestas de nuestro cuerpo
¿Te has preguntado alguna vez por qué tu compañero de entrenamiento gana más musculatura o es más rápido que tú, a pesar de entrenar las mismas veces y el mismo volumen? Lo que parece incomprensible e injusto, es que sea simplemente una cuestión de la naturaleza: el cuerpo de tu compañero responde mejor al entrenamiento gracias a su genética. ¿Por qué? Existen algunas regiones específicas del ADN que pueden variar entre individuos. Estas variaciones, también llamadas polimorfismos, explican por qué algunas personas responden de manera diferente a ciertos estímulos, incluyendo la respuesta al entrenamiento deportivo. Hasta hoy en día, se han identificado más de 200 variantes de genes que están asociadas al rendimiento físico. Se dice incluso que más de 20 de estas variantes están asociadas al perfil de atleta de élite. Pero solo se conocen dos genes con certeza que tengan un impacto constante en el rendimiento: ACTN3 y ACE.
La fuerza y el gen del poder ACTN3
Aunque el gen ACTN3, también llamado el “gen de la velocidad”, forma parte del ADN de todas las personas, no todo el mundo tiene el mismo tipo. Existen dos variantes diferentes: tipos R y X. Existen estudios científicos que demuestran que los individuos con el gen tipo R producen una proteína específica (alpha-actinin-3) que se ha descubierto de manera exclusiva en fibras de rápida contracción muscular, que se utilizan durante actividades explosivas, como en sprints o en levantamiento de pesas. Sin embargo, las personas con el gen tipo X no pueden producir esta proteína. Tienen una deficiencia en esta proteína, y lo más probable es que muestren menor fuerza muscular y un rendimiento de sprint inferior.
Variantes de ACE para la resistencia y la fuerza
El segundo “gen deportivo” es el gen ACE, que contiene la base para la enzima ACE. Entre otras cosas, esta enzima es responsable de la regulación de la circulación sanguínea. De nuevo, se pueden diferenciar aquí dos tipos: el tipo I y D. Si tus genes producen un tipo D de ACE, tu cuerpo mostrará los beneficios de un mayor rendimiento de fuerza y un crecimiento muscular más rápido en comparación con alguien, cuyos genes produzcan variantes I. A su vez, las variantes I se han relacionado con la resistencia y se pueden encontrar muy a menudo en el perfil genético de los corredores de larga distancia. Esto puede explicar por qué parece que tu compañero gana más musculatura, mientras que tu fuerza se encuentra en la resistencia muscular y en el tiempo que pueden aguantar tus músculos.
La condición física - ¿se nace o se hace?
Ahora que ya sabes más sobre estos dos genes y su papel en el rendimiento deportivo, ¿podemos decir que tus capacidades, tus puntos fuertes o débiles se reducen a los genes que poseas? Ojalá, fuera así de sencillo. El campo de la genética es muy complejo y una gran parte de genes, variantes e interacciones entre ellos está aún por descubrir. Las observaciones anteriormente mencionadas son solo una parte de lo que todavía se está investigando. Por lo tanto, para responder a tu pregunta, “¿el éxito en los deportes no se consigue trabajando sino que es algo principalmente heredado?”, en pocas palabras: cada cuerpo reacciona de manera diferente al entrenamiento debido a sus genes. Sin embargo, aunque los genes ACTN3 y ACE pueden, en cierta medida, influir para que alguien se convierta en un exitoso atleta de élite, la realidad es mucho más compleja que todo esto, y solo porque tengas “los genes equivocados”, no significa que estés entrenando en vano. Existen muchos otros factores que hay que tener en cuenta en el contexto del rendimiento deportivo, no solo en la genética, sino también en muchos otros factores (externos), como el entrenamiento y la alimentación.
El hecho es: todo el mundo puede ser rápido, fuerte y flexible, sin tener en cuenta su perfil genético. No hay nada que no puedas conseguir con trabajo duro, determinación y práctica. Adapta tu alimentación para conseguir un progreso más rápido y verás cómo no tienes que preocuparte sobre tu ADN. Todo lo que necesitas es persistencia y fuerza de voluntad. Recuerda, el talento es natural. La excelencia no es una elección. #noexcuses