El estrés está presente en cada etapa de la vida. Y las fuentes de estrés cambian conforme avanzamos por distintas fases vitales, ya que cada una tiene desafíos únicos.
Y como comentamos en nuestro artículo sobre qué es el estrés, el estrés físico y el mental están increíblemente relacionados y se pueden manifestar de formas distintas en el cuerpo. Por suerte, hay estrategias probadas para gestionar el estrés en cada etapa de la vida. ¡Vamos allá!
Juventud e inicios de la edad adulta (18-30 años)
La presión académica, la incertidumbre laboral y la búsqueda de la identidad personal son factores de estrés comunes cuando somos jóvenes. Esta etapa suele estar marcada por altas expectativas, tanto autoimpuestas como externas.
- Presión académica: los adultos jóvenes a menudo se enfrentan a la presión de cumplir con altos estándares académicos. El miedo al fracaso o a no conseguir un futuro de éxito puede provocar bastante ansiedad.
- Incertidumbre al entrar en el mercado laboral: la presión de desarrollar una carrera profesional, conseguir estabilidad financiera y hacerse un hueco en el mercado laboral suponen una gran carga.
- Autodescubrimiento y adaptación social: durante esta etapa de la vida, muchas personas buscan su identidad y se esfuerzan por encontrar un entorno social estable. El deseo de aceptación social puede contribuir aún más a padecer estrés.
Desarrollar resiliencia al entrar en la edad adulta:
Para los estudiantes, realizar ejercicio de forma habitual y hacer descansos breves es crucial para manejar el estrés relacionado con los exámenes. Los workouts ayudan a despejar la mente y mejoran la concentración.
Las rutinas HIIT, o entrenamiento de intervalos de alta intensidad, son una opción excelente para aliviar el estrés y al mismo tiempo mejorar el rendimiento y el enfoque. Además, son workouts rápidos pero eficaces, perfectos para cuando tienes poco tiempo.
Etapa media de la edad adulta (30-50 años)
En las etapas intermedias de la vida, el estrés suele estar vinculado con presiones laborales, responsabilidades familiares y la búsqueda del equilibrio entre la vida personal y profesional. En este periodo, el desafío consiste en hacer malabares para cumplir con las obligaciones en casa y el trabajo.
- Presión profesional y exigencias laborales: en esta etapa, mucha gente tiene trabajos estables, pero aún se enfrenta a la presión de lograr el éxito y seguir siendo relevante en su campo. Tener que estar disponibles de forma constante y el aumento de las responsabilidades amplifican el estrés.
- Formación de la familia y paternidad: la responsabilidad de formar una familia, sobre todo de cuidar de los hijos, puede generar aún más estrés. La falta de sueño, las preocupaciones financieras y el poco tiempo personal son causas frecuentes de estrés.
- Equilibrio entre la vida laboral y personal: equilibrar las responsabilidades profesionales con el estrés familiar y las obligaciones personales puede provocar agotamiento. A mucha gente le cuesta encontrar un equilibrio sostenible, lo que produce estrés crónico.
Gestionar el estrés en la madurez:
Esta etapa de la vida consiste en encontrar un equilibrio óptimo entre la vida laboral y familiar (aunque es más fácil decirlo que hacerlo). Durante este periodo, el cuerpo se vuelve más sensible al estrés prolongado. Para los trabajadores, realizar un workout al acabar la jornada laboral puede ayudar a reducir el estrés y recargar los niveles de energía.
A los padres les puede venir bien hacer entrenamientos breves e intensos con el peso corporal. Estos workouts se pueden completar en cualquier momento y lugar, lo que te ofrece la flexibilidad que necesitas cuando intentas llegar a cumplir con todo.
Otra opción fantástica es involucrar a toda la familia. No solo te ayudará a mantener el compromiso con tu salud y tus objetivos de fitness, sino que será una actividad divertida y sin estrés que animará a tus hijos a hacer ejercicio.
Etapa tardía de la edad adulta (50-65 años)
Esta etapa de la edad adulta suele estar marcada por las crisis de la mediana edad, los cambios en la salud y la responsabilidad de cuidar de familiares mayores.
- Preguntas existenciales y crisis de la mediana edad: mucha gente en esta etapa se hace preguntas sobre el sentido de la vida y reflexiona sobre objetivos no cumplidos. La búsqueda por encontrar un propósito a nuestra existencia puede añadir estrés emocional.
- Cambios en la salud: con la edad, los problemas de salud mentales y físicos se vuelven más frecuentes. La disminución de las capacidades físicas puede afectar al bienestar en general y provocar estrés.
- Cuidado de familiares mayores: la responsabilidad de cuidar de padres ancianos o familiares enfermos puede suponer una carga adicional considerable.
Afrontar el estrés en la etapa tardía de la edad adulta:
El estrés en esta etapa suele inclinarse hacia cargas emocionales. Hacer ejercicio puede evitar problemas de salud relacionados con el estrés y mejorar el bienestar en general.
Se ha demostrado que seguir una rutina de entrenamiento de resistencia retrasa los efectos físicos del envejecimiento y mejora la salud mental. La clave está en encontrar algo que te guste hacer y que no abandones a largo plazo.
Después de los 65 años
En las últimas etapas de la vida, las fuentes de estrés vuelven a cambiar: los problemas vinculados con la jubilación y la salud se tornan más prominentes.
- Jubilación y falta de estructura: para muchas personas, la jubilación presenta el desafío de perder las rutinas cotidianas y el sentimiento de realización que les aportaba el trabajo.
- Aislamiento social: las personas mayores tienen menos vida social, y conforme pierden a sus amigos y parejas, la soledad puede producirles estrés emocional.
- Problemas de salud: al envejecer, aumentan las probabilidades de sufrir enfermedades crónicas y limitaciones físicas, lo que puede disparar la ansiedad.
Estrés y movimiento en edades avanzadas:
Incluso en edades avanzadas, la actividad física habitual es un factor crucial para mantener tanto la salud física como la mental y la movilidad. Las rutinas de ejercicio ligeras ayudan a reducir el estrés y mejoran el bienestar en general.
Además, se ha demostrado que hacer ejercicio con regularidad reduce el riesgo de desarrollar enfermedades mentales relacionadas con la edad, como Alzheimer y demencia, además de fortalecer la densidad ósea y mejorar la salud cardíaca.
5 estrategias eficaces para gestionar el estrés
Independientemente del momento vital en el que te encuentres, hay varios métodos probados que te ayudarán a reducir el estrés y mejorar la calidad de vida:
- Haz ejercicio para aliviar el estrés: hacer ejercicio de forma frecuente libera endorfinas, que no solo mejoran tu estado de ánimo sino que también reducen el estrés. Además, el ejercicio te ayuda a dormir mejor y fortalece el sistema inmunitario, entre otros beneficios. Los workouts breves de alta intensidad se pueden integrar fácilmente en tu rutina diaria.
- Cuida de tu salud mental: las técnicas de meditación y atención plena ayudan a calmar la mente y facilitan la gestión del estrés. Algunos estudios indican que meditar con regularidad mejora la capacidad del cerebro de gestionar el estrés. Solo necesitas dedicar unos pocos minutos al día.
- Come de forma saludable: lo que comes afecta directamente a tu capacidad de manejar el estrés. Intenta llevar una dieta equilibrada llena de nutrientes como ácidos grasos omega-3, vitaminas B y magnesio. Todos ellos son cruciales para regular las hormonas del estrés y ofrecen una gran variedad de beneficios para la salud que potenciarán tu rendimiento.
- Socializa: apoyarte en tu red de amigos y familiares ayuda a procesar las cargas emocionales. Las relaciones sociales actúan como amortiguador frente a los efectos negativos del estrés, como la depresión y la ansiedad.
- Gestiona tu tiempo: administrar el tiempo de forma eficaz te ayuda a organizarte y llevar a cabo tareas sin abrumarte. Priorizar las tareas y establecer límites puede reducir los niveles de estrés de forma significativa.
Recapitulemos
El estrés es inevitable, pero también puede ser un catalizador para el crecimiento personal. Cada etapa de la vida presenta nuevos desafíos, pero también oportunidades de crecer a través del estrés. El ejercicio, la atención plena, una alimentación saludable y el apoyo social son algunas de las mejores formas de mantenerse en forma y mentalmente fuerte en cada etapa de la vida.