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Freeletics Running: La historia de Mel

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Una vez alcanzados tus objetivos, a veces es duro mantenerse. Es posible que ciertas circunstancias de la vida te obstaculicen el camino, pero lo más importante es no abandonar solo porque tengas una recaída. Algunas veces tendrás que buscar una nueva solución o abordar un problema desde otro punto de vista. Mel es el ejemplo perfecto. Tras dejar a un lado una vida muy deportista y activa por su trabajo, decidió comprometerse de nuevo y buscar tiempo para volver a su situación anterior. Y en el camino, se enamoró de un deporte que nunca le había gustado demasiado: correr. Lee aquí la primera transformación de Freeletics Running:

Todo comenzó estando de vacaciones con mi novio. Cuando me miré en el espejo, me quedé horrorizada. Mi cuerpo no tenía forma alguna. Mi bikini me quedaba demasiado estrecho, así que me daba vergüenza dejar la habitación del hotel sin taparme. Incluso me avergonzaba nadar porque no quería que la gente me viera el cuerpo. Todo lo que se supone que se disfruta durante las vacaciones, eran una tortura para mí. En ese momento me di cuenta de que mi cuerpo ya no era MI cuerpo. Sabía que tenía que cambiar, así que me prometí a mí misma que, en cuanto estuviera de vuelta en casa, iba a hacer algo para solucionarlo.

Un año antes había creado mi propio negocio. Cualquiera que lo haya hecho sabrá lo que significa trabajar de 12 a 16 horas diarias. Ni siquiera tenía tiempo para pensar en nutrición o entrenamiento. Esa fue la causa principal para ganar tanto peso. Hasta entonces había estado muy en forma. Durante años estuve jugando al balonmano, corría y hacía Crossfit y gimnasia. Pero cuando el trabajo se convirtió en mi prioridad, me dejé ir por completo y aumenté más de 13 kilos. Pero nunca me había dado cuenta hasta esas vacaciones.

Poco después de volver, me dieron la oportunidad de formar parte del grupo de pruebas de la nueva app Freeletics Running. Sabía que era la ocasión ideal. Mi conciliación entre la vida laboral y la personal estaba mejorando, así que podía buscar un hueco para entrenar y cocinar mis propias comidas sanas. También debo mencionar que correr nunca fue mi deporte favorito. Pero sabía que, tras años de entrenamiento con pesas y Crossfit, tenía que enfrentarme a un nuevo reto si quería ver cambios de verdad. Así que a correr se ha dicho.

Logré superar la prueba de nivel físico, pero el primer workout me llevó al límite más extremo. No podía creer lo baja en forma que estaba después de solo un año. Inmediatamente pensé en dejarlo. Pero mi determinación era mayor que cualquier dolor. Así que seguí con el plan. Entrenaba sola y con un grupo pequeño, y cada sesión era todo un reto. Algunos días estaba deseando que llegara. Otros días, lo temía e intentaba no hacerlo por todos los medios. Pero sabía que una vez me pusiera los zapatos deportivos y superara los cinco primeros minutos, no iba a ser tan malo como esperaba.

Encontrar la motivación para empezar era (y sigue siendo) la parte más difícil. Pero siempre pienso en la sensación después. ¡Es fantástica! Orgullo, felicidad, alivio y saber que estaba a un paso más cerca de mi objetivo. Eso me mantuvo en marcha cada día. Pero había veces en las que perdía la motivación. Transcurridas las cinco primeras semanas, me sentía frustrada por lo poco que había cambiado mi cuerpo. Pero no dejaba de decirme a mí misma que tenía que ser paciente y seguir adelante.

Pero, de pronto, la diferencia fue abismal. La ropa me quedaba más holgada y mi rendimiento era mucho mejor. Estaba corriendo distancias que al principio me parecían imposible. En ese momento empecé a disfrutarlo de verdad. El entrenamiento a intervalos dejó de ser una tortura. Comencé a sentirme muy bien conmigo misma y a estar segura de mi aspecto. Y otros también lo notaron. Me encontraba en el punto sin retorno. Y disfrutando de cada segundo.

Corría con todas las condiciones climáticas posibles. Abandonar no era ni siquiera una opción Y, a partir de la semana 8, los cambios comenzaron a ser increíbles. ¡Y esa era mi mejor motivación, sin duda alguna! No miento si digo que el trabajo duro merece la pena. Tras tres meses con Freeletics Running ¡puedo decir que funciona! No, no es fácil, pero nada te llega por casualidad. Sí, te lleva al límite… y más allá. Pero me he dado cuenta de que nada que valga la pena llega sin trabajar duro. Ahora he perdido nueve kilos y he bajado dos tallas. Mi nuevo cuerpo sano y en forma es un reflejo de mi calidad de vida. Y di todo mi esfuerzo para recuperarlo.

Estos 3 meses no solo cambiaron mi cuerpo sino que, además, me devolvieron la fuerza mental que necesito para enfrentarme a lo que sea para alcanzar mis objetivos. Nunca pensé que me iba a suceder esto solo por correr, pero sucedió. Y esto es algo que no quiero volver a perder.

De verdad espero que todo el mundo se dé a sí mismo una oportunidad para lograr lo que yo he conseguido. Es duro y agotador, de eso no hay duda. Pero el resultado bien vale la pena la lucha, cada vez.

Ahora es tu turno. ¡Ponte los zapatos y sal a correr!