Existe la creencia común de que cada individuo encaja en una categoría según 3 somatotipos; podemos ser ectomorfos, mesomorfos o endomorfos. Si bien es cierto que cada uno de nosotros tiende a desarrollar un tipo de cuerpo en particular, las diferencias individuales desempeñan un rol mucho más importante al determinar nuestro tipo de constitución física.
En la década de 1940, el psicólogo William Herbert Sheldon desarrolló un sistema de clasificación del cuerpo humano, en el que sostuvo que las personas, según sus cuerpos, se dividían en ectomorfos, mesomorfos o endomorfos.
Los ectomorfos fueron definidos como delgados, esbeltos y más aptos para actividades de resistencia. En cambio, a los endomorfos se les veía como más fuertes, más grandes y con facilidad para ganar masa muscular rápidamente. Finalmente, los mesomorfos eran una combinación de ambos; naturalmente atléticos, ágiles y dotados para perder grasa y ganar musculatura.
Al cabo de algunos años, los psicólogos comenzaron a desacreditar esta teoría. Sin embargo, este sistema de clasificación sigue considerándose como un punto de referencia por muchos miembros de la comunidad fitness.
Ectomorfo, mesomorfo, endomorfo: los inconvenientes de encasillar a las personas
El primer problema que se presenta es que dicho sistema resulta una simplificación excesiva; no podemos clasificar los cuerpos en tan solo tres categorías. Cada una de las siete billones de personas en la Tierra tiene un cuerpo distinto.
El segundo problema de esta clasificación es que no es fija. Los seres humanos cambiamos y evolucionamos, de manera que muchos de los atletas mesomorfos fueron anteriormente endomorfos o ectomorfos.
Por último, al ceñirnos a una tipología inamovible, limitamos nuestra percepción de aquello que podemos lograr. Alguien considerado como ectomorfo podría pensar que le será imposible ganar fuerza, y desistirá de intentarlo. Un endomorfo podría creer no ser capaz de perder peso, mientras que solo necesitaría unos cuantos cambios en su estilo de vida para lograrlo.
¿Cuál es el origen de nuestras diferencias individuales?
La genética juega un papel considerable al determinar nuestras particularidades. A nivel macro, algunas características están influenciadas por nuestro ADN y origen étnico. También heredamos rasgos de nuestros familiares y, a nivel individual, todos tenemos características únicas tales como la proporción de tipos de fibra muscular y la longitud de nuestras extremidades. Estas características se combinan para crear un tipo muy particular de constitución física.
El entrenamiento también puede repercutir en nuestras diferencias individuales. Los cuerpos extraordinariamente esbeltos de los corredores de fondo así como los potentes músculos de los levantadores de pesas no estaban determinados genéticamente, sino que se forjaron en el lugar de entrenamiento. Nuestras diferencias individuales se ven afectadas por nuestro método de entrenamiento así como por su frecuencia e intensidad. Mediante actividades de resistencia tales como correr y HIIT, entrenas las fibras musculares de contracción lenta, de manera que puedes desarrollar características"ectomórficos" tales como músculo magro y poca grasa corporal. Durante un entrenamiento de fuerza desarrollas tus fibras musculares rápidas e intermedias, lo que aumenta el tamaño del músculo.
Por último, tu estilo de vida juega un papel fundamental. Al mantenerte activo y cuidar tu cuerpo, mejoras su capacidad de desarrollar músculo y perder grasa.
Recapitulemos: Tú defines tus características corporales. Es la combinación de todos los factores anteriores la que determina nuestra constitución física, no un sistema de clasificación limitado y anacrónico. La genética constituye únicamente una parte de la ecuación; tu tipo de cuerpo actual es un reflejo de lo que has hecho hasta ahora; el definir y trabajar el cuerpo que deseas, tan solo depende de ti.