Pero no están preparados para trabajar por ellos. Tienen miedo al fracaso. Pero, ¿y si te dijéramos que, si no trabajas duro, no tendrás recompensa? Y que, si no te ganas el éxito, nunca lo apreciarás de verdad. A eso nos referimos cuanto te decimos que todo lo que merece la pena en la vida, hay que ganárselo. No se regala.
¿Qué queremos decir cuando hablamos del éxito?
El éxito no es dinero. No son posesiones físicas. Y no se puede medir de ninguna de las maneras. En vez de ver el éxito como la meta después de haber alcanzado tus límites, debes comprender que el éxito solo llega cuando los has superado. Es un viaje en el que, a pesar de todos nuestros fallos, nos levantamos y nos ponemos a prueba.
Tu propio éxito está en tus manos. Nadie puede definirlo. Solo tú. Probablemente te pases horas pensando en él. Imaginándotelo. Soñando con él. Pero, ¿por qué nunca trabajas por él? El motivo es, seguramente, que tienes miedo. Cada vez que comienzas algo nuevo, tienes dudas. Pequeñeces que te retienen. “¿Y si sucede esto?” “Pero eso podría salir mal”. El problema es que siempre queremos cosas, pero nunca estamos preparados para trabajar por ellas.
Todos queremos el éxito inmediatamente. Ahora mismo. Perdemos la paciencia. No comprendemos que el éxito no llega de un día para otro. Y lo que hacemos es sentarnos a esperar a que alguien nos lo regale. Que pase algo y cambie lo que nosotros somos incapaces de cambiar. Pues, ¿sabes qué? Que la única persona que puede solucionarte la vida eres tú. Nadie te regalará jamás algo que valga la pena tener. Si quieres éxito, si quieres conseguir algo, tienes que salir y hacer que ocurra. Ganártelo.
Pero, ¿y si es demasiado duro? ¿Y si hay demasiados obstáculos en el camino? Los impedimentos y las pruebas a las que te enfrentas determinarán la fuerza de tu pasión, y serán la razón de tu éxito. Así que, por ahora, no te preocupes por las dificultades que te esperan. Solo sirven para proporcionarte mejores recompensas. Y, además, ¿cómo vas a conocer tus límites si no los pones a prueba? ¿Cómo puedes estar segura de que lo has dado todo si nunca lo intentas?
Da igual lo difícil que sea: el camino que lleva a cada meta nos enseña algo nuevo sobre nosotros mismos. Nuestra fortaleza. Nuestra dedicación. Nuestra motivación. Así que nunca tengas miedo del viaje antes de que haya comenzado. Porque nunca sabes lo que aprenderás de ti misma por el camino.
Para ponértelo aun más fácil, recuerda esto: Todo lo bueno requiere una lucha. Y seas quien seas, solo apreciarás tu éxito de verdad si te has dejado la piel para conseguirlo. Nunca tengas miedo del trabajo duro. Te llevará muy lejos. Cuando puedas sentarte cómodamente y decir que te lo has ganado, será cuando te des cuenta de que todo ha valido la pena.
Un camino lleno de obstáculos te llevará a la grandeza. Uno despejado, probablemente, no te lleve a ningún sitio.