Las expectativas gobiernan cada aspecto de nuestras vidas. No podemos remediarlo. Cada decisión que tomamos llega con la pregunta "¿Qué debería hacer?". Vivimos nuestra vida dependiendo de lo que es aceptable socialmente, sometiéndonos a las normas establecidas como si estuvieran escritas en piedra. Pero ¿y si no lo hiciéramos? ¿Y si le diéramos la espalda a cómo debemos vestirnos, actuar o entrenar? ¿Y si nos atreviésemos a liberarnos de verdad de cualquier expectativa?
Es tentador resignarnos a ser la versión de nosotros mismos que otros quieren que seamos, que se adaptaría mejor a su mundo, y hacer lo que consideran aceptable. En el fondo, todos queremos ser aceptados, integrarnos perfectamente en la sociedad y ser la persona que el mundo nos dice que seamos. Pero solo porque se supone que debes hacerlo así no significa que sea adecuado para ti. Una expectativa puede ser un peso muerto que te impide seguir tus sueños en favor de lo que la sociedad te diga qué sueño es más valioso, aceptable o normal. Puede amenazar con usurparte la personalidad, socavar tu ambición y quitarle importancia a tus hazañas. Las expectativas son el sólido muro de ladrillos que nos impide convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos. Pero hay gente que ya ha tenido suficiente. Tú eres uno de ellos. Conoces las expectativas y las ignoras por completo.
La expectativas de otros incluso amenazan tu entrenamiento. Sabes que no eres la persona más fuerte, o más en forma, o más rápida, y a veces ser consciente de eso duele, pero estás haciendo algo para cambiarlo. No estás dejando que el peso de las expectativas te impidan convertirte en la persona que quieres ser. Mientras tus amigos asisten a caras clases de fitness donde hay más pavoneo delante del espejo que resuellos por el agotamiento, tú agarras tu colchoneta y tu teléfono móvil y te vas fuera. A veces, la gente te mira raro cuando pasan mientras haces Burpees, pero te da igual. Sabes que aceptar sus expectativas solo te limitará y te impedirá ser libre. La vida es demasiado corta para hacer solo lo que la gente espera de ti.
La vida es demasiado corta como para permanecer confinados dentro de los parámetros de lo que otros esperan de nosotros. Cada día que pasa en el que vivimos según las reglas de los demás es otro día perdido, y otro día en el que no alcanzamos todo nuestro potencial. No podemos cambiar a la gente que nos rodea, pero podemos liberarnos de los límites de lo que esperan de nosotros.
Está bien decir que no vamos a sucumbir a las expectativas, pero la gente que nos rodea sigue formando nuestra relación con ellas. Aunque no podemos romper con nuestras familias, es importante elegir círculos sociales que cuestionen las expectativas. Las comunidades más valiosas son aquellas que no esperan de nosotros nada más que nos esforcemos al máximo. Estas son las únicas comunidades que importan; las únicas que no nos juzgan y que no tienen prejuicios.
Cumplir expectativas es cómodo: es algo familiar, seguro y conocido. Es aburrido. Nos quedamos acurrucados en estas vidas limitadas y nos convencemos a nosotros mismos de que estamos viviendo la vida al máximo, simplemente porque estamos haciendo todo lo que la sociedad espera de nosotros. Las expectativas y la libertad no pueden coexistir, da igual lo que te digan. Atrévete a liberarte de las expectativas y a vivir una vida en la que tú, y solo tú, tomes las decisiones.