Sabemos lo que significa estar continuamente de un lado para otro; tomamos un snack rápido para desayunar, una ensalada para almorzar, y en la cena nos conformamos con los restos. Llevamos una vida tan ocupada con el trabajo, los estudios, las tareas de la casa y otros compromisos, que las semanas pueden pasar sin que nos hayamos tomado el tiempo para sentarnos y tomarnos al menos una comida caliente. ¿Te suena de algo? Claro que las comidas frías ahorran tiempo, pero las comidas calientes tienen su función, y tu cuerpo las adora por diferentes motivos. David Wiener, experto en nutrición, nos explica por qué.
1. La comida caliente se digiere más fácilmente
Nuestro sistema digestivo es extremadamente sensible a los alimentos, a los líquidos y, sobre todo, a la temperatura de los alimentos que consumimos. Especialmente las bebidas frías pueden enviar un shock por todo el cuerpo, obligando a tu sistema digestivo a trabajar más para descomponerlas y absorber los nutrientes. Es más difícil para el cuerpo digerir alimentos fríos, por lo que serás más propenso a sufrir hinchazón o gases tras una comida fría, y también podrías notar sensibilidad digestiva a lo largo de todo el día.
Por norma general, tardamos más en ingerir alimentos calientes, algo que también contribuye en la digestión, porque reduce la velocidad con la que comes, dándole a tu cuerpo más tiempo y menos trabajo para descomponer la comida y absorber los nutrientes.
Por último, el proceso de cocción (asado, al vapor, etc.) también ayuda a descomponer los nutrientes de los alimentos, puesto que facilita al cuerpo la absorción de la "parte buena" de la comida que te estás comiendo, aumentando así su valor nutricional.
2. Está más rico
Hay estudios que demuestran que la percepción del sabor se potencia cuando aumenta la temperatura de los alimentos o la bebida. Se cree que esto se debe a que el receptor del sabor TRPM5, que percibe los sabores dulces y amargos, envía al cerebro una señal más intensa cuando la comida está más caliente. Sin embargo, no estamos ante una regla exacta: no todo está más rico si se sirve caliente, y aún hay que seguir investigando en este campo.
3. Puede prevenir alergias
Las alergias alimenticias son cada vez más frecuentes en todo el mundo, y algunas de las más populares incluyen lácteos y huevos. Curiosamente, un alto porcentaje (79% y más) de los alérgicos a los lácteos y huevos pueden tolerarlos si han sido cocinados, ya que el proceso de cocción modifica la estructura de las proteínas que pueden afectar a las reacciones alérgicas. Insistimos en que es necesario seguir investigando en este campo y, si eres alérgico a los lácteos o a los huevos, consulta con tu médico o especialista antes de introducir proteínas de estos alimentos a tu dieta.
PERO...
Mientras algunas de las investigaciones son bastante convincentes acerca de los beneficios de tomar al menos una comida caliente cada día, comer frutas y verduras sin cocinar también aporta importantes beneficios. A veces, el proceso de cocción puede destruir el contenido nutricional de frutas y verduras, lo cual significa que sería más beneficioso para tu cuerpo comerlas frías. Por ejemplo, comer brócoli crudo puede ayudarte a tener niveles más altos de mirosinasa, una enzima que puede bloquear el crecimiento de las células cancerígenas, y que también puede bloquear la bactería helicobácter pylori, responsable de algunas úlceras estomacales. Entre las verduras que pueden ser más beneficiosas si se toman crudas encontramos la coliflor, las coles de Bruselas, el kale, los pimientos rojos, los ajos y las cebollas.
Así que no sigas este consejo a pie juntillas: es más que probable que el plan ideal de comidas sea la combinación de alimentos fríos y calientes. La época del año también puede afectar en el número de comidas calientes que ingerimos: nadie quiere cenar algo caliente en pleno verano, pero una sopa caliente es perfecta para el invierno. Para conseguir tanto recetas frías como calientes, descárgate ya la aplicación de Freeletics Nutrition.
