Todos echamos la culpa a nuestros “límites” por impedirnos alcanzar nuestros objetivos. Por permitir que los límites nos retengan y nos hagan sentir atrapados. Es hora de ser 100% sinceros con nosotros mismos y preguntarnos cuántos de nuestros “límites” son físicamente imposibles de superar. ¿Los ha fijado tu cuerpo, tu mente, tu entorno social o tú mismo?
Límites fijados por nuestro entorno social
En una u otra ocasión, hemos permitido que nuestro entorno social cambie nuestros pensamientos, nuestro comportamiento y en algunos casos, a nosotros mismos. Jim Rohn, un autor estadounidense y orador motivacional, dijo una vez que somos el promedio de las cinco personas con las que pasamos la mayor parte del tiempo. ¿No es fascinante que seamos todos individuos, pero al final del día, de manera inconsciente, todavía nos adaptamos a nuestro entorno y adoptamos las características de los demás? Es probable incluso de que no te des cuenta cómo los amigos, la familia o los colegas influyen en nuestras acciones. Pero lo hacen. El cambio es lento y sutil con el paso del tiempo.
El entorno social tiene una enorme influencia en nosotros, en nuestro estilo de vida y lo más importante en este caso, en nuestra forma física. A menudo nos sentimos juzgados por el entorno que nos rodea y sentimos la necesidad de encajar para ser aceptados. Los científicos llaman a esto la “Teoría de la Gestión de Impresiones”, donde consciente o inconscientemente, adaptamos nuestras palabras, nuestro comportamiento, la manera de vestir, etc. a nuestro entorno social para mostrar ante los demás una identidad positiva.
Aunque nuestro entorno social puede, en cierta medida, ser visto como una limitación, como individuos de hoy en día, tenemos el poder de decidir conscientemente cuánto dejamos que nos afecte. ¿Cómo? Reduce la velocidad y pregúntate, ¿cuáles son los objetivos concretos más importantes en tu vida? ¿Tienes alguno? Volviendo a la teoría de John Rohn, piensa en las personas con las que más tiempo pasas. ¿Son una buena o mala influencia para ti? ¿Te ayudan a alcanzar tus metas o establecen límites y te hunden? Enfrentarse a la realidad no es siempre fácil, pero el primer paso para superar tus límites es ser 100% sincero contigo mismo.
Hasta ahora te hemos hablado del efecto que nuestro ambiente social puede tener sobre nosotros, pero también es posible utilizar nuestro entorno social como una herramienta para moldearnos. Toma como ejemplo la Comunidad de Freeletics: al rodearte de otras personas que quieren alcanzar un objetivo similar, lo más probable es que desarrolles la misma actitud positiva y haya menos probabilidades de abandonar que si lo hicieras solo. ¡El mismo dolor, los mismos objetivos, sin límites!
Límites establecidos por nuestro cuerpo
Ser la mejor versión de ti mismo significa no ser solo fuerte físicamente, sino también comprender tu cuerpo, cómo siente y cuándo ha alcanzado sus límites. El problema es que nuestra mente habla a menudo más alto que nuestro cuerpo y nos dice que estamos en ese punto antes de estarlo. Aquí te ofrecemos un buen ejemplo de lo que queremos decir.
La ciencia dice que un chimpancé promedio es cuatro veces más fuerte que un Atleta humano masculino. Puedes decir que no es comparable, pero presta atención: los chimpancés comparten un 99% de nuestro ADN. Los científicos han comparado las células musculares y han descubierto que no existe una gran diferencia. Esto significa, que podríamos adoptar la misma fuerza, ¿verdad? Sí, si primero hacemos frente a nuestro cerebro. El problema reside en las partes de nuestro cuerpo que nos detienen: nuestro sistema nervioso central y periférico.
Para iniciar una contracción muscular, se manda una instrucción a través del sistema nervioso central a la musculatura. Todo esto sucede con la ayuda de señales eléctricas. Según la antropología, el cuerpo humano tiene una gran cantidad de células nerviosas, mientras que un chimpancé muestra muchas menos. Para los seres humanos, esta conexión está destinada originalmente a permitir que las habilidades motoras finas como, por ejemplo, agarrar o escribir, signifique que tenemos una ventaja evolutiva sobre otros mamíferos. Al ser capaces de activar partes más pequeñas de los músculos debido a la cantidad adicional de células nerviosas, un ser humano es capaz de controlar los músculos un poco mejor y de una manera más eficiente. Activar nuestros músculos con un enfoque gradual nos ofrece una gran capacidad de resistencia, asegurando nuestra supervivencia. Sin embargo, aunque esto nos proporciona unas técnicas de caza y de aprendizaje más sofisticadas, en comparación con los chimpancés, este tipo de adaptación / ajuste pequeño de manera conjunta limita cuánto de nuestro músculo podemos realmente abordar a la vez.
Los estudios demuestran que un ser humano promedio solo es capaz de activar hasta el 65% de las fibras musculares, mientras que un Atleta entrenado puede activar más del 80%, debido a su capacidad a dirigir todo el potencial de sus fibras musculares como resultado de un entrenamiento constante con el tiempo.
Aquí el mensaje es sencillo: tu cuerpo es capaz de hacer más de lo que piensas. Así que no tengas miedo de llevarlo a sus límites y luego superarlos.
Límites establecidos por nuestro cerebro
Cada día nuestro cerebro recibe gran cantidad de información, trabajo, tareas pendientes. Cuando existe esta sobrecarga de información, la corteza prefrontal, la parte del cerebro responsable de decisiones inteligentes y de controlar las emociones, se debilita y puede hacer que cometamos errores y tomar malas decisiones. La ira y la frustración crecen, ya que se activa la región emocional del cerebro previamente mantenida bajo control por la región de la corteza prefrontal. Así que la próxima vez que te emociones, tomes una decisión irracional o te des cuenta de que cometes errores, esto podría ser la manera que tiene el cerebro de indicarte que ha alcanzado su límite.
Por esa razón es importante mantenerse centrado solo en una tarea a la vez. Si estás entrenando, estás entrenando. Si estás escribiendo un informe, acábalo antes de comprobar tu bandeja de entrada del correo electrónico. La multitarea no es siempre la respuesta a la productividad.
Ahora ya sabes de dónde vienen tus límites, piensa largo y tendido en lo que realmente te detiene. Recuerda ser sincero. ¿Se trata de tu entorno social el que te dice que no puedes hacer algo? Si es así, ignóralo. En su lugar, utiliza tu entorno social como una herramienta para mejorar y rodearte con fuertes modelos a seguir y que ofrezcan buenas vibraciones. Determina si es tu mente o tu cuerpo, quien te dice que ha alcanzado su límite físico. Si es tu mente recuerda que esta solo tiene miedo de lo desconocido. Una vez más, haz que se esfuerce más.
Los límites no te definen. Tú defines lo límites.